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Emamanuelle Charpentier y Jennifer Doudna celebraron en 2020 el prestigioso Premio Noble de Química por el desarrollo del método CRISPR, que permite secuenciar y modificar genes y que abrió el camino hacia la cura de enfermedades hereditarias.

Este método, conocido como las «tijeras genéticas» o «tijeras moleculares», fue el que ambas genetistas han intentado patentar en EEUU durante años -desde 2012-, pero la Oficina de Patentes y Marcas (USPTO) ha fallado en su contra.

La USPTO entregó la patente del método CRISPR al Instituto Broad del MIT y a Harvard, una decisión que le costará millones de dólares a las prestigiosas ganadoras dle Nobel.

Charpentier y Doudna (representadas por la Universidad de California Berkeley) presentaron la primera evidencia de que el sistema CRISPR derivado de bacterias -descubierto por el español Francis Mojica siete años antes- podía cortar el ADN en la revista ‘Science’ en junio de 2012.

Según USPTO, lo propusieron, pero no lo demostraron, algo que sí hizo Feng Zhang, un neurocientífico del Instituto Broad del MIT.

Charpentier y Doudna presentaron la solicitud de patente en 2012 y rápidamente el Instituto Broad hizo lo propio.

Aún con el fallo reciente de la USPTO, Charpentier y Doudna pueden aspirar a obtener otras patentes relacionadas al método CRISPR.

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