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Una «solución integral» para salvar a la industria de la TV paga

Roberto Argueta tiene casi tres décadas trabajando en la industria de la televisión paga, comenzando como un operador de cable en Guatemala hasta transformarse en representante de señales, llegando hoy a contar con 52 señales en su cartera. Argueta es también uno de los aliados más importantes que las programadoras poseen en América Latina para defender sus derechos.

Como presidente y fundador de Americana de Producciones (Ampro) y representante de la Asociación de Programadores, Distribuidores y Agentes de Televisión por Cable para Centroamérica (Aprodica), Argueta tiene un conocimiento profundo de la dinámica de la industria audiovisual en Centroamérica y ha colaborado en instancias importantes en el desarrollo de la TV paga, como la creación de la Ley de derechos de cable de Guatemala en 1992.

La piratería es el principal flagelo que Aprodica -lanzada junto con Millicom, más el apoyo de Alianza Contra la Pirateria- combate en Centroamérica, pero para Argueta, la pandemia global ha generado, por la profundidad de su impacto económico, nuevos desafíos que todos los jugadores de la industria de la TV paga deberán prepararse para enfrentar.

«Es cierto, todo el mundo lo ha dicho, la televisión volvió a los hogares, la pantalla se volvió nuevamente un medio de entretenimiento familiar, pero el mismo va a existir en la medida de que se pueda pagar», explica el ejecutivo. «Se va a priorizar entre tener televisión por cable y comer o pagar estudios o comprar medicina».

¿Cuál es la actualidad de la industria de la TV paga en Centroamérica?
Te diría que existen dos realidades: una realidad es el Triángulo Norte, que son Guatemala, Honduras y El Salvador; y otra realidad es lo que sería Costa Rica y Panamá. Nicaragua también, pero es un poco más atípico.

En el Triángulo Norte, entre Guatemala y Honduras existen alrededor de 600 pequeñas empresas, las que pueden tener entre 150 a 500 usuarios y su arquitectura empresarial es que el jefe de familia es el dueño de la empresa, la esposa la secretaria, un hijo es el técnico y el otro el cobrador.

En la década del noventa, Claro y Millicom se convirtieron en las dos grandes telcos de la región, buscando las cabeceras de cada departamento o provincia. Sin embargo, existen todos los municipios, las microciudades de cada departamento, donde en su gran mayoría las telcos aún no llegan a prestar sus servicios. Allí llegan los fenómenos de las pequeñas empresas.

¿Cuáles son los principales tipos de piratería que afectan a la industria en la región?
Antes de la pandemia hemos vivido dos piraterías muy fuerte: en el Triángulo Norte, y hasta Costa Rica. inclusive, estamos geográficamente «bañados» por los satélites que cubren a EEUU y México. La piratería se ha dado en función de comprar equipos domésticos en esos territorios y trasladarlos para montarlos en las empresas de cable [de Centroamérica]. Ese tipo de piratería se ha ido regulando. Tecnologías como las huellas dactilares y el trabajo con Alianza y Directv ha ido acotando esa piratería.

Hoy la piratería ha ido evolucionando y está emigrando hacia Internet, a los IPTVs, pero en Centroamérica la incidencia de Internet residencial no supera más del 20% de penetración. Eso ha hecho que las grandes urbes sean las que tienen la mayor parte de Internet y estas la manejan los dos grandes operadores.

El subreportaje en Centroamérica, sin incluir a las telcos, nos lleva entre un 60 o un 70% [de las ganancias]. No es posible que un sistema de cable te ofrezca 110 canales y que cobre entre 7 y 8 dólares. Matemáticamente no da.

¿Cómo ve los marcos legales para la defensa de la propiedad intelectual de su industria?
Centroamérica no ha estado tan activa en actualizar las leyes de propiedad intelectual. Si bien es cierto que las oficinas hacen su trabajo, se han ido más hacia el lado de software o farmacéutica, pero el área de video, como no genera tanto recurso como tal, no ha sido prioritaria.

¿Qué cambió con la aparición del Covid-19 y las medidas tomadas por los gobiernos de la región?
En marzo, los países tomaron ciertas medidas que han tenido algunos resultados sanitarios. Ahora, lo que nos ha afectado fuertemente son los confinamientos que se han ordenado. Tienes un problema económico y otro político. Las autoridades dieron a entender que los sistemas de cable, así como Internet, el agua y el teléfono, son esenciales; esos servicios quedaron vedados para corte y cualquier deuda que se genere deberá ser diferida a terminar el periodo que llamaron «de calamidad». Al terminar se tiene que llegar a un convenio con el usuario. Nosotros, que cobramos por los derechos, estamos hasta el final de [la fila], porque si el operador de cable no puede ir a cobrar no va a tener dinero con el que pagar. Y, a diferencia de las telcos, las pequeñas empresas no tienen bancarización para el servicio de cobro, tienen cobradores puerta a puerta, que hoy no pueden hacer ese trabajo.

A eso le sumamos que la economía de nuestros países se basa en tres grandes ejes: la remesa; una industria hotelera muy fuerte; y la informalidad. Ninguno de los tres ejes está trabajando. Las remesas han caído en un 35%, la industria hotelera se acabó y la economía informal es la que más ha sufrido. La gente en la calle ya no te pide dinero, te pide alimento. A eso hay que agregarle que nos atravesaron recientemente dos tormentas tropicales… Nos espera un futuro bastante complicado.

¿Entiende que se percibe este enorme problema en los diferentes sectores de la sociedad?
Siento que al día de hoy la gente ni siquiera está visualizando dónde está el futuro. Están viendo cómo comen y sobreviven cada día. Es cierto, todo el mundo lo ha dicho, la televisión volvió a los hogares, la pantalla se volvió nuevamente un medio de entretenimiento familiar, pero el mismo va a existir en la medida de que se pueda pagar. A menos que nuestros gobiernos estructuren una fuerza económica muy grande y salgan a buscar ofertas de trabajo importantes, la gente va a sufrir y en esa línea de sufrimiento vamos todas las empresas, toda la gran gama de proveedores de servicios, no solo el cable. Se va a priorizar entre tener televisión por cable y comer, pagar estudios o comprar medicina. En lo personal todavía estoy terminando de entender qué pasó. Todos estamos viendo cómo resolvemos algo, pero también estamos viviendo un día a la vez.

¿Qué respuesta puede dar la industria ante esta situación?
Tenemos que accionar y tenemos todos que integrarnos en una solución. En lo que compete a nuestra industria, hemos mantenido a todos los operadores al día transmitiéndoles informes y pláticas de ver qué y cómo vamos a accionar. Tenemos que sentarnos y revisar las estrategias para el futuro.

¿Ven en estas soluciones cambios significativos para la industria?
Tenemos que buscar soluciones que sean integrales. Las primeras soluciones que van a venir van a venir en entender los valores de los productos, no podemos que los operadores de cable sigan dando 125 canales cobrando 8 dólares porque así no va haber en el mundo quién los saque adelante. Va a ser parte de una educación, un trabajo de cultura, que tenemos que integrar entre los programadores, los operadores y nosotros, los intermediarios, para llegar al usuario final y decirle «no me sirve darte 30 canales en inglés, si el 98% de nuestra población no habla inglés». Vamos a tener que concentrar y dar el verdadero valor a los canales que tienen sentido de distribución en nuestra región. Desde allí surgir en unas plataformas de crecimiento, a mediano y largo plazo, entre 24 y 36 meses, es un proceso de reordenamiento total.

¿Esto es algo que se comprende de parte de los diferentes jugadores del universo de la TV paga?
Que lo comprendan, lo comprende todo el mundo: que lo aceptemos es diferente. Todos tenemos una carrera muy corta y queremos la menor extensión de tiempo para los desarrollos. Abrimos una mesa de trabajo en conjunto o esos tiempos se van a extender más por ignorancia que por solvencia.

Tenemos una realidad complicada, y las realidades se complican más basadas en las economías de cada país y los nuestros son de economías muy frágiles. Insisto mucho que la solución tiene que ser integral, una solución de área por área no va a funcionar. La gente quiere ver el producto, tiene la necesidad, pero es una realidad distinta.

Las opiniones expresadas en Brands+ Intelectual Property News son de exclusiva responsabilidad de sus autores y pueden no coincidir con las del medio.

Luis Cabrera

Editor en Jefe