Por Virginia Servent Palmieri, socia y directora del área de Propiedad Intelectual en Sfera Legal
La era digital ha revolucionado la forma de ver televisión y ha llevado, incluso, el cine hasta los hogares. La televisión por demanda es la nueva forma de acercarnos al mundo del entretenimiento audiovisual del momento, sin tener que salir de casa y tras la pandemia tanto la oferta como la demanda creció exponencialmente. Sin embargo, frente a una demanda constante de obtener todo lo que la televisión a la carta ofrece y al menor costo posible, la oferta de plataformas y dispositivos ilícitos creció, amenazando a la industria del entretenimiento audiovisual, pero lo más peligroso, amenazando la seguridad de los usuarios de estas ofertas al margen de la ley.
En este tsunami de ofertas, aparecen diversas plataformas OTT (Over-The-Top) que compiten directo con las que se adelantaron a ofrecerlas como Apple TV y Netflix, proveyendo servicios de streaming o retransmisión de contenidos por demanda, a través del internet, superando los ya conocidos servicios de Pay Per View (Pago por ver), una especie de renta de contenido audiovisual dentro de un servicio de televisión satelital, que a diferencia de la televisión de paga lineal, tal y como la conocíamos, podíamos rentar películas de estreno o series de televisión, pagando a través de los servicios proveídos por el cable operador.
Al inicio, esto era posible a través de dispositivos IPTV (Internet Protocol Televisión) que funcionaban como una especie de modem, que permitía conectar la televisión analógica a la red, transformándola en televisión digital de paga.
Posteriormente surgen las televisiones inteligentes, cuya novedad ha sido acceder vía
streaming a contenido digital a través de la red, sin necesidad de conectar ningún dispositivo.
La evolución del streaming permite ver contenidos audiovisuales de actualidad a través de cualquier dispositivo digital, incluidos los televisores inteligentes, tabletas electrónicas, o teléfonos inteligentes, a cualquier hora, y desde cualquier lugar con el único requisito de estar conectado al internet.
Ante esa evolución surgen las diversas ofertas de retransmisión de contenido audiovisual a través del internet, permitiendo que sus clientes puedan tener acceso a dicha oferta a través de dispositivos móviles de última generación y algunas anteriores.
Este novedoso servicio se provee regularmente de forma directa del promotor al consumidor, sin intermediarios, y parte de lo atractivo de este tipo de servicio de streaming, es que, a diferencia de la televisión analógica, no hay comerciales dentro de las retransmisiones, su financiación es a través de los pagos por suscripción. Sin embargo, el costo de operación no se soporta sólo con las suscripciones y los pocos comerciales, por lo que es allí donde entra en juego la comercialización de datos de los usuarios de las plataformas. Es por ello que estas plataformas deben asegurarles a sus clientes que el servicio que les proveen y los datos que aportan, estén seguros, y que el cliente esté bien enterado del uso que autoriza, respecto de dichos datos.
Por otro lado, para ser competitivo y que los usuarios de las plataformas de streaming seleccionen una específica, el proveedor debe ofrecer contenido atractivo al consumidor, y en tiempos cortos desde que surge el lanzamiento, o bien contenido exclusivo, y que el precio no sea un disuasorio para el usuario, y para ello, deben cuidar que el contenido que ofrezcan no sea fácil de acceder de forma ilegítima, evitando que dicho contenido sea el blanco perfecto de la ciberdelincuencia, tanto de los contenidos que ofrece, como de los datos que recolecta de los usuarios finales que al final es una de las fuentes más importantes y atractivas para la ciberdelincuencia.
Lamentablemente, estas plataformas, en su mayoría, son constantemente violentadas por la ciberdelincuencia, aprovechando las medidas de seguridad muchas veces poco robustas, y que permiten su fácil vulneración, con el objeto de extraer el contenido exclusivo de las mismas y ofrecerlo en plataformas gratuitas, o a costo más bajo que el mismo costo de operación, aprovechando además el tan preciado banco de datos de los usuarios de estas plataformas y/o sistemas, y las propias bases de datos internas del proveedor de contenido; estos datos son aprovechados para comercializarlos, o bien para darles usos no autorizados fuera de los márgenes legales. El acceso a estos datos incrementa las amenazas tales como phishing, robo de identidad, ransomware, DDoS, entre otras. Estas amenazas pueden ocasionar vulnerabilidad en las plataformas de streaming en cuanto a la adulteración de las medidas de seguridad, para los accesos ilegítimos y robo de contenido, para ser luego usado en plataformas operadas al margen de la ley.
Para menguar estos riesgos y mejor aún, eliminarlos, es preciso identificar las vulnerabilidades que abren las puertas a las amenazas actuales, prevenir las futuras y minimizar los riesgos de su materialización.
Así mismo, a través de las mejores prácticas, sistemas y herramientas de protección digital que existen, puede verificarse cuáles son las más efectivas para poder ofrecer un servicio de OTT rentable y que sea seguro tanto para el empresario como para sus clientes y usuarios finales.
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