Según un informe de la Red Centroamericana de Centros de Pensamiento e Incidencia, el comercio ilícito en Centroamérica genera un costo equivalente al 4.5% del Producto Bruto Interno (PBI) de la región, es decir $5,880 millones aproximadamente.
En este sentido, El Salvador sigue el patrón de la región reportando pérdidas del $1,000 millones por contrabando. De hecho, al día de hoy, la cantidad de productos que se comercializan ilegalmente en país es tan elevada que es imposible cuantificarla.
Esta actividad, explica por su parte la Asociación de Distribuidores de El Salvador (ADES), ha prosperado en el país en parte porque se ha normalizado culturalmente y en parte porque es poco seguida por las autoridades. En este sentido, Los ciudadanos, al adquirir los productos de los contrabandistas, indirectamente ayudan a financiar las actividades delictivas.
“Aunque aseverarlo pareciera descabellado, podríamos afirmar que el comercio ilegal tiene una gran aceptación en el país: este tipo de productos se venden, se exhiben y circulan en las calles, tiendas y mercados a la vista de todo mundo”, apuntó el presidente de ADES, José Mayorga Rivas en un comunicado de prensa.
Por otro lado, los distribuidores agremiados a ADES señalan el comercio ilícito también perjudica la equidad de las marcas y le genera dificultades a empresas e industrias que están legalmente establecidas. Ante el incremento desmedido de fabricantes de imitaciones y productos falsos que suplen buena parte del mercado, los propietarios de las empresas se ven obligados a cerrar o reducir puestos de trabajo.
Dentro de los productos más contrabandeados y falsificados se encuentran los licores, la pasta y los zapatos.
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